viernes, 20 de mayo de 2016

Psicomotricidad fina

Comencemos con la misma pregunta que en posts anteriores: ¿qué es?
La psicomotricidad fina es la que engloba el movimiento preciso de los músculos. Mientras que mover un brazo es psicomotricidad gruesa, hacer "la pinza" es psicomotricidad fina. Cualquier movimiento, ya sea fino o grueso, implica la coordinación mano-ojo, por lo que desde los 2-4 meses ya se empieza a trabajar y los peques van haciendo cada vez movimientos más precisos.


Trabajar la psicomotricidad fina es imprescindible para el desarrollo de la escritura, pero también para abrochar botones o lazos, hacer pulseras, etc. Como en cualquier proceso, debemos ir de lo grande hacia lo pequeño, según van madurando, debemos ir ofreciendo materiales más pequeños para que puedan practicar los movimientos más precisos.


Por ejemplo, un bebé comenzará sujetando una pelota con ambas manos y luego con una sola. Más tarde podrá coger una cera gruesa con su puño y poco a poco conseguirá cogerla con dos dedos. Y finalmente será capaz de pasar hojas o enhebrar una aguja, contando con un control muy preciso del movimiento de sus dedos.


Otro músculo que requiere una buena motricidad es la lengua, para ello existen muchos juegos: trabalenguas, rimas, praxias, etc. Los ritmos y canciones también participan en esta tarea, y formarán parte de los momentos de encuentro en grupo. Con la práctica de estas actividades asentarán una base para una buena pronunciación.

Pero en este post no está dedicado a las etapas del la psicomotricidad fina sino a cómo se trabaja en Octopus. No es un rincón específico sino que está presente en otros, como los de juego simbólico y trabajos (pincha sobre los enlaces para leer los posts). Existen infinidad de materiales para trabajarla, la mayoría de las actividades son de la vida cotidiana, como subir cremalleras, tender, cortar comida, etc. 

Aunque algunas ya se explicaron en otros posts, a continuación un listado con algunas de las actividades que propondremos en el espacio, muchas más se irán añadiendo, atendiendo a las necesidades e intereses de los peques.

- Rincón de plástica.
Con materiales para moldear, como la plastilina, arcilla,o pasta de sal. Moldear estas pastas requiere mucho más trabajo que el que aparenta. Hacemos churros, bolas, bolitas, y miles de figuras que requieren precisión en el movimiento.
Además, ceras, lápices, tizas, rodillos, pinceles, pintura de dedos, etc. Utilizando desde los utensilios más gruesos hasta los más finitos, realizando trazos cada vez más conscientes.
Y, por último, papeles para cortar, rasgar, hacer bolitas, pegar, hacer figuras, y todo aquello que se les ocurra. Una buena coordinación mano-ojo es imprescindible para todas estas tareas.

- Mesa de experimentación.

En una mesa adaptada se coloca, de forma rotativa, diverso material de experimentación: agua, arena, arroz, pasta,... y utensilios con los que manipularlos: embudos, coladores, tubos, jeringuillas, pipetas, etc. Se ofrecen materiales pequeños para tratar de garantizar que el peque va a necesitar utilizar sus dedos con exactitud, siendo casi imposible manipular con la mano completa. 
Además, en este espacio pueden introducirse en la lecto-escritura, realizando trazos sobre los materiales.


- Costura y abalorios.

Coser en cartones, folios o tela,  así como hacer cadenas de tubos, de macarrones y finalmente de cuentas, usando los dedos o una aguja. Actividad con la que van colocando sus dedos para una buena sujeción de los utensilios de escritura.


- Praxias.


Frente a un espejo, tratan de imitar las imágenes que ven, las cuales muestran a niños realizando una mueca o moviendo la lengua. Con un buen control de la lengua tendrán menos dificultades para pronunciar esos sonidos con los que más se suelen trabar en las primeras etapas: r, pr, c, s, etc.


- El tendedero.
Colgadas de una cuerda, los peques encuentran telas con distintos tipos de broches: cremalleras, botones, velcro, clips, corchetes... Esta actividad, de "vida práctica", resulta de gran utilidad para aumentar su autonomía a la hora de vestirse y desvestirse mientras practican los movimientos de sus dedos. Además, tender estas telas implica utilizar las pinzas de tender, otro ejercicio de psicomotricidad fina. 

- Panel de cierres.
En una pared, los peques enroscan y desenroscan tapas, abren y cierran pestillos y cerrojos, y muchos más cierres para los que necesitan emplear la psicomotricidad fina. Movimientos verticales y horizontales, tirar, empujar, torcer... muchas opciones concentradas en un panel. 


Cada peque escoge sus actividades, se propone su actividad, su momento de diversión, de reto, de disfrute... Estas son sólo algunas de las actividades, pero hay muchísimas más. Seguimos a los peques, sus necesidades y sus ritmos, escuchamos propuestas y hacemos que el espacio sea acogedor y estimulante, donde cada uno encuentre aquello que le satisfaga. 
¿Qué  material añadirías tú?