sábado, 29 de septiembre de 2018

¿Porqué no les subimos al columpio, ni sentamos a bebés, ni les damos la mano para "aprender" a caminar?



Son muchas las veces en las que nos dicen o vemos que una familia decide subir al peque a lugares que no alcanza de forma autónoma: columpios, sillas, balancines, o cualquier otra atracción. Parece que a los adultos nos da tanta pena que no descubran lo divertidos que son, que es inevitable caer en la tentación, y entonces, suben al peque. "mira qué chulo" "qué divertido".



Normalmente sonríen, y si no sonríe... pues o bien desisten (volviendo a probar otro día o incluso un ratito más tarde "tiene que gustarle, es taaan divertido") o hacen un sinfín de virguerías hasta que sonría. ¡¿Cómo no va a gustarle algo tan divertido?!

Entonces, llega el momento de bajar, y ¡sorpresa! no pueden, pues no alcanzó ese sitio de forma autónoma. Pero no pasa nada, le bajamos y cuando quiera más, que nos lo pida, ahora que ya le gusta y ha descubierto algo nuevo...

El segundo día, llega el peque al parque y... ¡quiere volver a montar! Claro, si es tan divertido, ¿cómo vamos a negárselo?... Y se le sube. Y se le baja cuando se cansa. Y así una y otra y otra vez, hasta que un día, el adulto se cansa ¡vaya! ¿ahora qué? Pues ahora tenemos a un peque que necesita del adulto para lograr una posición no alcanzada por sí mismo. (Pasa lo mismo que los peques a los que se les sienta, se les da la mano para caminar o subir escaleras, etc)

A partir de ese momento, el peque se frustra, no puede alcanzar su objetivo, le han presentado algo para lo que no estaba preparado, pero ya es tarde, le hemos puesto la golosina en la boca, no podemos quitársela... Es entonces cuando tenemos un peque cuyo desarrollo ha sido intervenido, provocando una frustración y una dependencia del adulto, no se ha respetado.

Por otro lado, podemos encontrarnos peques que son respetados, porque no adelantarles ni exponerles a situaciones y posiciones no alcanzadas/descubiertas por sí mismos es respetar su desarrollo. Miran con muchas ganas ese escalón, esa mesa, esas escaleras o ese balancín, que ven cómo otros peques alcanzan esa cosa que tan divertida parece. Qué ganas de alcanzarlo... Lo miran, lo prueban, intentan alcanzar su objetivo una y otra vez. Observan y observan, fijándose en todos los detalles, escuchan, atienden y entienden sus habilidades motrices, y un día...¡llegan!.

La cara de felicidad de ese momento, no tiene precio. Lo ha conseguido, sin ayuda, tras mucho esfuerzo y dedicación; ha esperando pacientemente a notar ese impulso que le permita hacerlo sin ayuda, y ha observando a otros. Ahora se siente capaz, útil, autónomo, independiente. Sí, todos terminan llegando, aún no conozco peque de más de 5-7 años máximo (sin una alteración del desarrollo natural) que no se suba solo a los columpios, que no camine, que no coma solo, que lleve pañal, que no suba escaleras, o que no reconozca ni una letra y/o número.

Los peques imitan y copian de maravilla, es su tarea, están "programados" para ello. Algunas veces nos gustará lo que copien, otras no tanto, pero somos seres sociales, aprendemos de y con otros. Debemos darles su tiempo, alejarles de la prisa adulta que nos contamina, permitir que disfruten de todas y cada una de las etapas, sin prisa, pues no sirve de nada adelantar los procesos más que para arrebatarles la satisfacción de hacerlos por sí mismos.

Dejarles descubrir esos lugares por sí mismos también es una invitación a conocerse a sí mismos, a tener paciencia, a tener consciencia de sus capacidades de acción, a aceptar sus limitaciones.

En definitiva, si no intervenimos ni adelantamos, estamos abriendo las puertas del auto-concepto y la autonomía. Si les mostramos posturas y lugares que no alcanzan por sí mismos, les abrimos la puerta a la dependencia, la frustración, la falta de conocimiento de sus capacidades de acción, y un largo etc.

P.d.
¿Y si ya le he subido, le he sentado, o le he dado las manos? Siempre hay tiempo de volver atrás, con cariño y firmeza, le explicamos al peque: "no voy a hacer X porque no estás preparado para ello, sé que te gusta y que disfrutas mucho, pero no es bueno para ti. Puedes intentarlo tú solo, yo estaré aquí acompañándote"
Ya, pero se frustra... "Veo que te enfada que no te suba/coja/X y lo entiendo, pero no voy a hacerlo. ¿Puedo hacer otra cosa por ti?"
Cuesta, pues se les ve tan felices... pues te aseguro que la sonrisa de satisfacción es muchísimo mayor. ¿Acaso hay algo que les guste más que hacerlo solos, sin necesitar a otro, sintiéndose autónomos?

lunes, 17 de septiembre de 2018

¿Cómo cuidar una isla?

Cada peque que nace, es un pequeño islote, una zona con tierra, y con vegetación visible o latente. Las personas adultas, somos el agua que lo rodea, tratando de nutrirlo y protegerlo al mismo tiempo.

Si subimos la marea en exceso, podemos terminar por ahogar la costa, esa tierra fértil en la que (si damos tiempo suficiente) brotará vida.
Si nos apartamos demasiado, el centro del islote no recibirá agua suficiente y pese a tener una gran extensión y ser muy florecido en las afueras, su centro estará abandonado.



Demos el agua suficiente, sin ahogar ni abandonar. Olvidemos nuestras "mochilas", esas preocupaciones que muchas veces nos empujan a inundar la tierra por miedo a no saber qué surgirá de ella. Dejemos libertad y mezamos al son de las mareas esa isla en la que poco a poco van creciendo esos brotes, permitiendo que cada tallo corrija su rumbo si se equivocó, permitamos que ese islote se desarrolle sin huecos, aportando nutrientes a cada brote, pese a que surjan brotes que no parezcan relevantes, riega todos, nunca sabrás lo alto que crece un árbol si lo cortas al nacer.   
Habrá brotes con flores, otros con frutos, o con espinas, serán gruesos, muy grandes o muy pequeños, a lo largo de la vida, crecerán brotes muy variopintos, pero todos ellos tan importantes como los demás. 



Cada islote, dependiendo de su ubicación, tendrá unas mareas, en ocasiones más altas y otras menos, pero nunca dejará de ser una isla. Si nos alejamos, otras aguas llegarán, y otros brotes surgirán, aunque no será más que un trampantojo, pues el centro de la isla, el corazón, estará entonces tan alejado de la marea que apenas recibirá los nutrientes que necesita. 



Alimentemos el centro de cada ser, con cariño, confianza, compañía, escucha, y mucha paciencia, pues un árbol robusto necesita de muchos años para crecer.


Vendrán corrientes de otros lugares, de las que en ocasiones recibirá nutrientes la isla, unas queriendo y otras ,cual tsunami, sin previo aviso. Pero ese mar que lo acompaña, siempre estará allí, cuidando lo mejor que pueda a su islote, viendo cómo crecen sus brotes, aportando los nutrientes que estén en su mano.  El islote no necesita a nadie que tire de sus tallos ni de las raíces de sus árboles, ni que remuevan la tierra, tan sólo necesita agua que le acompañe y le permita crecer, desarrollarse en libertad.

Y tú ¿ Ahogas, secas, o meces?

domingo, 9 de septiembre de 2018

¿Cómo es el asiento de tu coche?




Hace unos meses, A y B charlaban:
- Buenos días, busco un coche moderno, actual, para movernos cómodamente por la ciudad.
- Pues verá. disponemos de varios modelos, todos con modernos sistemas de ubicación GPS, aparcamiento automático, detector de lluvia... Tecnología punta.
- Estupendo. ¿Y el motor? Soy algo manitas y me gustaría poder hacerle los arreglos que considere.
- ¡Uy! No, no, el motor no se toca, está perfectamente aislado para que nadie tenga acceso. Si quiere realizar una reparación, acuda a los profesionales.
- ¡Vaya! Bueno...vale.
- Le recomiendo que compre el pack de maletas de viaje, para playa, alta montaña, desierto y profundidades del océano.
- Pero, yo no voy mucho de viaje. Tal vez a la montaña, pero no alta montaña. No necesito esas maletas.
- Cómprelas, que nunca se sabe... Hay que ir preparados.
- Bueno, si insiste...
- También tenemos alerones. Todavía no existen los coches voladores, pero, quien sabe...
- Pero...
- Hágame caso, todo el mundo lleva alerones, hay que ir preparados.
- De acuerdo. ¿Algo más?
- Lo cierto es que seguimos vendiendo los caballos para que puedan remolcar el vehículo, por si falla el sistema, que pueda usted continuar el camino sin problema.
- ¿Caballos de carga? ¡Pero si hace años que no se ven caballos por las calles!
- Ya, pero no me negará que son un buen recurso, quien sabe el día que los necesitará... Hay que ir preparados.
- Pff. Venga vale, pues caballos también.
- ¿Y tiene usted carnet de piloto?
- ¿Cómo que de piloto? Si esto es un coche
- Ya claro, pero ya sabe usted que la vida cambia, antes de que nos demos cuenta serán aeronaves.
- Pues nada, me sacaré la licencia de piloto, como bien dice, hay que ir preparados.
- ¡Ay! Antes de que me olvide, este coche sólo puede aparcarse en batería y junto a coches de 4 plazas, no se le ocurra aparcar al lado de uno de 2 plazas.
- ¿Y eso?
- Usted haga caso, que luego vienen las sorpresas.
- Vale, vale. Bueno, pues nos vemos en unos meses. Gracias.

A. salió del concesionario directo a hablar con C.

- Ya tengo mi licencia de piloto. Por fin, ya puedo comprarme el coche de mis sueños: tiene la última tecnología, un motor intocable, un pack de maletas, alerones para volar, caballos para ir a remolque... Una pasada.
- ¿Y tiene asientos?
- La verdad es que no lo sé, pero aparca solo, es una maravilla. Y hay que aparcarlo junto a coches de 4 plazas, nunca de 2.
- Pues yo veo coches alternados y no pasa nada.
- Ya bueno, pero es lo que me han dicho.
- Y los caballos, ¿para qué?
- Pues para llevar el coche a remolque.
- Existen las grúas ¿sabes?
- Ya, pero bueno, ya sabes que siempre han sido los caballos los que han remolcado...
- ¿Y el pack de maletas? Si tú dices que no eres de viajes.
- Jo, parece que no sabes que hay que ir preparado. ¿Quién sabe dónde estaré en un tiempo?
- Ya, ya veo... ¿y qué me dices de los alerones?
- Pues para el futuro, que hay que ir preparado, lo dicen todos.
- Bueno, pero lo que te decía ¿Tiene asiento? ¿y volante?
- ¡Ay! Que no lo sé, tiene lo mejor del momento
- ¿Lo mejor para qué? ¿para quién?
- ...
- En 10 años ¿Seguirás con ese coche?
- No sé. ¿qué más dará?
- ¿Para qué compraste entonces el alerón y te sacaste la licencia?
- No sé, hay que ir preparados...


Cambiemos la tecnología del coche por la de muchas aula hoy en día, tecnología impuesta y sin marcha atrás, dejando de lado otras vías, pues el motor ahora es intocable.
Cambiemos esos alerones y esas cuatro maletas por ese bloque de asignaturas obligatorias, que no sabemos si las necesitarán los peques, pero les inflamos a conceptos de "por si acaso".
Cambiemos los caballos de remolque por ese temario y esos procesos que se han quedado atrás pero seguimos empeñados en mostrarlos como siempre porque "siempre ha sido así" Repetición, memorización, la letra con sangre entra...
Cambiemos los coches de 4 plazas todos juntos por las aulas segregadas, no vaya a ser que aprenda cada uno a su ritmo y alguno se adelante a su grupo...
Eso sí, los asientos y el volante, si siguen siendo de mimbre, si siguen sin amoldarse a nuestra figura, no pasa nada, lo importante es que vaya bien equipado. Bien equipado ¿para qué?

Si queremos ir preparados, asegurémonos de que cada peque está a gusto en su asiento, lo conoce, y es capaz de modificarlo. Demos herramientas en vez de soluciones, no se trata de tener un montón de equipamiento en el coche, sino de saber qué añadirle, dónde ponerlo, cuándo ponerlo, y a quién acudir en caso de ayuda.
Basta de peques hiperpreparados para un futuro incierto, en el que lo único que sabemos que no cambiará será su asiento, desde el que recorrerán miles de lugares.
No puede ser que haya peques sigan teniendo que memorizar las tablas de multiplicar sin entender para qué sirven o de dónde surgen, qué representan. No puede ser que haya peques que aprendan tres idiomas pero no entiendan o atiendan sus necesidades. No puede ser que sigamos separando a peques por edades cuando en un futuro ningún adulto se relaciona en un entorno de personas homogéneas. No puede ser que se sigan empleando pedagogías de la era industrial, pero tampoco que tratemos de adelantarnos "a lo loco".

Hagamos que los peques se conozcan a sí mismos, su asiento y su entorno, que tengan capacidad para adaptarse por el camino, pues hay mucha carretera por delante y muchos caminos por descubrir. Dos palabras clave para el viaje: Confiar y respetar. Sólo así podremos disfrutar, unas veces de conductores y otras de copilotos.