lunes, 17 de septiembre de 2018

¿Cómo cuidar una isla?

Cada peque que nace, es un pequeño islote, una zona con tierra, y con vegetación visible o latente. Las personas adultas, somos el agua que lo rodea, tratando de nutrirlo y protegerlo al mismo tiempo.

Si subimos la marea en exceso, podemos terminar por ahogar la costa, esa tierra fértil en la que (si damos tiempo suficiente) brotará vida.
Si nos apartamos demasiado, el centro del islote no recibirá agua suficiente y pese a tener una gran extensión y ser muy florecido en las afueras, su centro estará abandonado.



Demos el agua suficiente, sin ahogar ni abandonar. Olvidemos nuestras "mochilas", esas preocupaciones que muchas veces nos empujan a inundar la tierra por miedo a no saber qué surgirá de ella. Dejemos libertad y mezamos al son de las mareas esa isla en la que poco a poco van creciendo esos brotes, permitiendo que cada tallo corrija su rumbo si se equivocó, permitamos que ese islote se desarrolle sin huecos, aportando nutrientes a cada brote, pese a que surjan brotes que no parezcan relevantes, riega todos, nunca sabrás lo alto que crece un árbol si lo cortas al nacer.   
Habrá brotes con flores, otros con frutos, o con espinas, serán gruesos, muy grandes o muy pequeños, a lo largo de la vida, crecerán brotes muy variopintos, pero todos ellos tan importantes como los demás. 



Cada islote, dependiendo de su ubicación, tendrá unas mareas, en ocasiones más altas y otras menos, pero nunca dejará de ser una isla. Si nos alejamos, otras aguas llegarán, y otros brotes surgirán, aunque no será más que un trampantojo, pues el centro de la isla, el corazón, estará entonces tan alejado de la marea que apenas recibirá los nutrientes que necesita. 



Alimentemos el centro de cada ser, con cariño, confianza, compañía, escucha, y mucha paciencia, pues un árbol robusto necesita de muchos años para crecer.


Vendrán corrientes de otros lugares, de las que en ocasiones recibirá nutrientes la isla, unas queriendo y otras ,cual tsunami, sin previo aviso. Pero ese mar que lo acompaña, siempre estará allí, cuidando lo mejor que pueda a su islote, viendo cómo crecen sus brotes, aportando los nutrientes que estén en su mano.  El islote no necesita a nadie que tire de sus tallos ni de las raíces de sus árboles, ni que remuevan la tierra, tan sólo necesita agua que le acompañe y le permita crecer, desarrollarse en libertad.

Y tú ¿ Ahogas, secas, o meces?

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