Una de las imágenes que suelen aparecer en la mente de las personas que escuchan hablar por primera vez de una escuela libre es una escuela con niños salvajes, asilvestrados, sin ninguna norma, es decir sin límites y sin respeto.
Eso no es nada real, aunque los espacios con limites (físicos y morales) ... son demasiados, y por supuesto innecesarios.
En una escuela libre, hay límites, son límites claros y con sentido. Fuera de ellos, si surge algún conflicto, suele añadirse una norma específica para un momento o una situación concreta, no sin antes llegar a un consenso por parte de todos los afectados (vía asamblea democrática).
Los límites básicos, que aparecen en todas (o casi todas) las escuelas libres son tres, y están basados en el respeto.
- Respeto a uno mismo: Los individuos de un entorno educativo deben sentirse libres de expresar su pensamiento y expresarlo como, cuando, donde y con quien deseen, sin sentirse influenciados por otros. Además, el ser humano debe velar por su integridad física, mental y emocional, alejándose de seres o espacios peligrosos.
- Respeto al otro: De la misma forma que nos debemos proteger individualmente, también se debe evitar a toda costa dañar la integridad (física, mental y emocional) de otros. No se intervendrá en el juego o actividad de otro sin permiso de éste, y se respetará que alguien no quiera compartir (Si obligamos a compartir, nunca sabrá qué es el placer de compartir) "Si un niño no es respetado, no respetará"
- Respeto al entorno: El espacio y los materiales deben ofrecerse cuidados y ordenados para que inciten a que quien los use los cuide y ordene. Desde que nacen, se les inculca que las cosas tienen un valor y que no podemos romper los elementos del entorno. Los materiales deben dejarse siempre en el mismo lugar que se encontraron y en las mismas condiciones. Además, se cuidarán y respetarán los otros seres vivos: plantas y animales.
Son sencillos, pero son verdaderamente los únicos que deberían existir para garantizar una convivencia armónica ya que engloban los requisitos básicos para contar con un espacio respetuoso y libre.
Cumpliendo esas tres normas generales, los peques son libres de usar el material que, cuando, donde y con quien deseen, así como el espacio. Eso es la libertad de una escuela libre. Libertad de expresión, respeto por el ritmo y las necesidades de cada niñ@.
Dentro de el respeto hacia los demás surge el tema de la resolución de conflictos, un tema tan amplio y enriquecedor que prefiero comentarlo en otra entrada.
Por último, surge el miedo de las familias, el temor a que se lesionen físicamente, a que no aprendan suficiente, no se nutran bien, etc. Son todos los "y si..." que también merecen una entrada.
Espacio de acompañamiento respetuoso a la infancia. Un lugar hogareño y familiar, con puertas siempre abiertas y horario flexible. Un espacio cuidado, pensado para el pleno desarrollo de cada peque. Velamos por el respeto, confiamos en la plena auto-regulación y formación, y buscamos saciar y/o despertar la curiosidad innata de todo ser humano. Acompañamos a peques y familias, sin juicios, en comunidad, aprendiendo unos de otros. Ven a conocernos y ¡te quedarás!
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