Por ello, no es de extrañar que muchas familias decidan "ir a por otro" y volver a vivir esos días, los cuales no serán iguales que con el primogénito, pero ya tendrán algunas pautas más claras y estarán más seguros, aunque..¡lo que funcionó con uno no tiene porqué funcionar con el siguiente!
Un gran cambio para un mayor será un cambio enorme, gigante, para los chiquitines: cambiarse de casa, empezar el cole, quitar el pañal... y tener un bebé. La llegada de un nuevo miembro afecta a los mayores y ,en mayor medida, a los peques. Como todo gran cambio, la llegada de un bebé debe ser cuidada, debe avisarse, explicar y preparar. En el caso de los hermanos, si no se hace, los celos, los retrasos madurativos, las rabietas, etc, podrían tornar la gran noticia en algo no tan bonito como se imaginaba. Pero es sencillo, como en todo lo relacionado con la educación, sólo es necesario conocer al peque y sus necesidades, y seguir algunas pautas clave.
Plantearse cuándo es el mejor momento para "ir a por otro" es lo primero a tener en cuenta. No será lo mismo tener un bebé y un peque de año y medio que tener un bebé y un peque de dos o tres años. Es importante conocer la fase de desarrollo en la que estará el peque cuando llegue el bebé, saber su nivel de autonomía y de madurez. Algunas familias prefieren tenerlos seguidos y otras esperan a que sea más autónomos. No es mejor ni una ni la otra, ambas posturas son respetables, pero madurativamente es cierto que si el bebé llega en un periodo crítico para el peque, serán complicados los procesos.
Algunos puntos a tener en cuenta de tres etapas en las que puede llegar un bebé:
- Cuando el peque tiene un año y medio. Aún no son autónomos, aunque pueden empezar a comer solos, seguirán necesitando que les cambien el pañal, que les bañen, que les vistan, y que les lleven en brazos o carrito en viajes largos. Tanto el bebé como el mayor tendrán unas rutinas poco flexibles y bastante diferentes, por lo que será algo más complicado de organizar: hora de cena, hora de ducha, hora de sueño, etc. A cambio, cuando sean un poquito más mayores apenas notarán diferencia de edad y seguramente jugarán juntos, y también será más fácil que coincidan en el mismo cole durante más años.
- Con dos-tres años comienza una fase "crítica" de muchos cambios, comienzan a ser conscientes de que no son bebés, se retira el pañal, el chupete, la cuna... Empiezan a ser bastante autónomos y les gusta ayudar y sentirse mayores, aunque siguen necesitando de la ayuda del adulto. Es la etapa de las rabietas, en las que la familia necesita de mucha paciencia, la cual es fácil de perder bajo el estrés de un bebé que también busca atención. Y por si fuese poco, si no se prepara bien, el peque puede llegar a creer que todos los cambios no son porque ya es mayor sino porque llega un bebé y no puede haber dos bebés, lo cual desencadena en los tan temidos, pero naturales, celos de hermanos. Es entonces cuando puede aparecer el síndrome del príncipe destronado, y el peque puede "desaprender" hitos que ya había conseguido.
- A partir de los tres años, el nivel de autonomía suele ser bastante alto, necesitando ayuda sólo para cosas puntuales. Además, las rabietas han desaparecido casi por completo y su capacidad para comprender que los demás tienen necesidades es más alta, aunque su egocentrismo continuará un par de años más. Aunque sus niveles de desarrollo serán bastante distintos, el mayor disfrutará jugando y colaborando en el cuidando del bebé, sintiéndose aún más mayor y volviéndose, generalmente, más responsable. No se debe olvidar que aunque sean mayores, siguen siendo niños y su "trabajo" es jugar, no debemos adelantar momentos nunca.
Entonces... ¿cómo preparar la llegada de un bebé? No hay fórmulas mágicas, lo que a un peque le puede funcionar, a otro no. También depende de la edad del peque. Pero ahí van algunas ideas:
Antes del nacimiento:
- Anunciar la llegada del bebé no antes de un mes, o dos. El tiempo es algo muy difícil de asimilar, y si les comunicamos que tendrá un hermanito en 9 meses se le hará muy larga la espera. Además, en los últimos meses la tripa de la mamá es bastante notable, por lo que será más fácil de explicar que dentro está el bebé, podrá notarlo, hablarle, etc.
- Enseñarles la ecografía del bebé. Gracias a los grandes avances, ahora tenemos la posibilidad de enseñar a los peques una ecografía 3D del hermanito que está por llegar, esto les ayudará a imaginarlo mejor que si simplemente les decimos que está en la tripa.
- Escoger el nombre del bebé. Algunas familias permiten que el peque escoja el nombre libremente, otras le dan varias opciones entre las que escoger, otras consultan su opinión aunque no sea definitiva, y otras prefieren que el peque no participe en esa fase. Todas las opciones igualmente válidas.
- Preparar la habitación del bebé. Participar en la decoración o diseño de la zona del bebé es otro momento clave. Pueden ser muebles nuevos o heredados del mayor, en cuyo caso no se deberá imponer tajantemente sino explicándoselo, para que no sienta que se lo arrebatan. Lo mismo ocurre con la habitación, se debe tener en cuenta si dormirán juntos, si el bebé irá a una habitación nueva o si será el mayor quien cambie. En caso de que sea el mayor el que va a cambiarse de habitación, debería realizarse un par de semanas antes de que llegue el bebé, tratando de no acumular cambios. Una actividad que suele gustarles es incorporar algo suyo en ese espacio para darles la bienvenida, un peluche, un dibujo, o cualquier cosa que deseen.
- Hablar sobre los cambios por venir con ejemplos. Contarles que van a tener un hermano y mostrarles ejemplos cercanos como: su amigo de la escuela que ha tenido un hermanito, o los primos, o el personaje de un cuento, o unos dibujos animados. Existen muchos cuentos para explicarles a los peques este gran cambio.
Es importante que se hable frecuentemente de lo que va a pasar, pero sin saturar, sin agobiarles todo el día hablando sobre el bebé.
Después del nacimiento:
- Permitirles que lo vean, lo toquen, lo cojan sentados y ,si es posible, en las rodillas de un adulto que sujete a ambos por detrás. Los niños saben que los bebés son delicados, no se debe tener miedo a que estén con el bebé, aunque siempre sebe hacerse con supervisión.
- Pedir a las visitas que saluden al mayor antes que al bebé. Los peques pueden mostrarse celosos al ver que las miradas besos y abrazos que antes eran para ellos ahora son para el bebé. Por ello, antes de mostrar al bebé es buena idea hacer sentir al mayor que sigue ahí y que no ha sido sustituido. Y si cogen al bebé, hablar y escuchar al mayor, prestándole atención.
- Invitarles a colaborar en el cuidado del bebé. Cuando son más mayores les gusta jugar a los bebés, por lo que "jugar" con uno de verdad seguro les parecerá divertido además de que les hará sentirse más mayores y se volverán más responsables. Se les pueden dar tareas sencillas como: coger los pañales y toallitas, llenar la bañera, dar la papilla, dar masajes, cantar, etc. Con estas tareas también se estrecharán los lazos entre los hermanos.
Y por último, un par de "errores" en los que es posible caer con la llegada de un bebé:
- Comparar a un bebé con el bebé que fue otro. No hay dos niños iguales, aunque se sigan unas pautas muy similares, no serán iguales porque las necesidades y circunstancias cambian.
- Pedirles que jueguen con el bebé o le cuiden aunque no quieran. Si les forzamos a ello dejarán de mostrar interés y no lo disfrutarán.
- "Engañarles" diciéndoles que el bebé jugará con ellos. Debemos ser realistas y explicarles que el bebé no sabe hacer cosas solo y que no jugará con ellos hasta que sea mayor.
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